Una historia que me ha impresionado profundamente es la del exjugador de baloncesto Manute Bol. Algunos le recordaréis, porque jugó en la NBA en los años 80 y 90 y llamó mucho la atención porque era el jugador más alto que nunca había jugado en esa liga (ignoro si sigue teniendo ese record).
Este hombre, nacido en una tribu africana del sur de Sudán, estaba destinado a ser el jefe de su tribu, pero hubo algo que cambió esa perspectiva: Manute Bol alcanzó una estatura de 231 cm. Eso le arrastró hacia la práctica del baloncesto, y acabó jugando varios años en la NBA. Hasta aquí nada nuevo. Pero lo que yo no sabía, y muy poca gente sabe, es que Manute Bol fue un Hombre Bueno en el más amplio sentido de la palabra. ¿Creeis que exagero? Pues pensad que uno de los principales "culpables" de que acabara la querra civil en Sudán y de que Sudán del Sur sea hoy un nuevo estado fue él. Incluso fue detenido por el gobierno islámico de Sudán, y retenido por más de tres años, cuando intentó mediar para un acuerdo de paz.
Y que más de 2.500 lost boys (niños desplazados por esa guerra civil) tengan hoy estudios en EEUU, también es "culpa" de Manute, que literalmente se arruinó para conseguir que esos niños pudieran aspirar a algo mejor. Tras su fallecimiento, con apenás 50 años, el entierro en su país fue poco menos que el de un jefe de estado. Podéis ampliar la perspectiva viendo el siguiente documental.
Esta historia me ha dado pie a pensar que la Nueva Evangelización no es una cuestión de reuniones, comités, puestas en común, revisiones periódicas, y todas esas cosas. La Evangelización es una cuestión de SANTIDAD.
Los santos de los altares están muy bien, porque nos ponen delante que existen vías concretas para vivir una vida de santidad. Pero lo que hoy de verdad puede tocar el corazón al hombre es el testimonio de una vida plena, concreta, arriesgada en pos de un fin. Lo que podríamos llamar "jugarse toda la vida a una sola carta". Y da resultados, vaya si los da. No hace falta hablar de Madre Teresa o de Kiko Argüello. Mirad algunos ejemplos menos conocidos:
El padre Michel Marie Zanotti Sorkine
Los santos de los altares están muy bien, porque nos ponen delante que existen vías concretas para vivir una vida de santidad. Pero lo que hoy de verdad puede tocar el corazón al hombre es el testimonio de una vida plena, concreta, arriesgada en pos de un fin. Lo que podríamos llamar "jugarse toda la vida a una sola carta". Y da resultados, vaya si los da. No hace falta hablar de Madre Teresa o de Kiko Argüello. Mirad algunos ejemplos menos conocidos:
El padre Michel Marie Zanotti Sorkine
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