jueves, 28 de febrero de 2013

Sede vacante

Desde las 20:00 h. tengo una sensación extraña, de silencio, de incertidumbre, de espera.

Para mi ha sido tremendamente emotivo vivir estos momentos de despedida de Benedicto XVI, al que tengo un gran afecto personal, que yo creo es un don de Dios, porque jamás he cruzado una sola palabra con él, pero siento como si fuera de mi propia familia.

Ahora toca rezar por el cónclave, por los cardenales y por la Iglesia. Porque vendrán vientos o tempestades que tratarán de herir a la Esposa de Cristo, a la Iglesia, aprovechando estos momentos de ausencia, que esperamos sean breves.

En todo caso silencio, confianza en Dios y oración.

Jesucristo, cuida de tu Iglesia.
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lunes, 11 de febrero de 2013

Renuncia de Benedicto XVI

Todavía estoy alucinando. La última vez que pasó algo como ésto, corría el año 1294. El Papa Celestino V.

Tengo una enorme cantidad de reflexiones en la cabeza sobre este asunto, y se me ocurren muchas cosas que apuntar, pero creo que mejor os dejo con lo que ha dicho él mismo sobre su decisión.



Queridísimos hermanos,
Os he convocado a este Consistorio, no sólo para las tres causas de canonización, sino también para comunicaros una decisión de gran importancia para la vida de la Iglesia.

Después de haber examinado ante Dios reiteradamente mi conciencia, he llegado a la certeza de que, por la edad avanzada, ya no tengo fuerzas para ejercer adecuadamente el ministerio petrino.

Soy muy consciente de que este ministerio, por su naturaleza espiritual, debe ser llevado a cabo no únicamente con obras y palabras, sino también y en no menor grado sufriendo y rezando.

Sin embargo, en el mundo de hoy, sujeto a rápidas transformaciones y sacudido por cuestiones de gran relieve para la vida de la fe, para gobernar la barca de san Pedro y anunciar el Evangelio, es necesario también el vigor tanto del cuerpo como del espíritu, vigor que, en los últimos meses, ha disminuido en mí de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado.

Por esto, siendo muy consciente de la seriedad de este acto, con plena libertad, declaro que renuncio al ministerio de Obispo de Roma, Sucesor de San Pedro, que me fue confiado por medio de los Cardenales el 19 de abril de 2005, de forma que, desde el 28 de febrero de 2013, a las 20.00 horas, la sede de Roma, la sede de San Pedro, quedará vacante y deberá ser convocado, por medio de quien tiene competencias, el cónclave para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

Queridísimos hermanos, os doy las gracias de corazón por todo el amor y el trabajo con que habéis llevado junto a mí el peso de mi ministerio, y pido perdón por todos mis defectos.

Ahora, confiamos la Iglesia al cuidado de su Sumo Pastor, Nuestro Señor Jesucristo, y suplicamos a María, su Santa Madre, que asista con su materna bondad a los Padres Cardenales al elegir el nuevo Sumo Pontífice. Por lo que a mi respecta, también en el futuro, quisiera servir de todo corazón a la Santa Iglesia de Dios con una vida dedicada a la plegaria.

Vaticano, 10 de febrero 2013

BENEDICTUS PP. XVI

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