jueves, 28 de febrero de 2013

Sede vacante

Desde las 20:00 h. tengo una sensación extraña, de silencio, de incertidumbre, de espera.

Para mi ha sido tremendamente emotivo vivir estos momentos de despedida de Benedicto XVI, al que tengo un gran afecto personal, que yo creo es un don de Dios, porque jamás he cruzado una sola palabra con él, pero siento como si fuera de mi propia familia.

Ahora toca rezar por el cónclave, por los cardenales y por la Iglesia. Porque vendrán vientos o tempestades que tratarán de herir a la Esposa de Cristo, a la Iglesia, aprovechando estos momentos de ausencia, que esperamos sean breves.

En todo caso silencio, confianza en Dios y oración.

Jesucristo, cuida de tu Iglesia.
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